Hay recursos decorativos que nunca pierden vigencia, solo se reinventan. Uno de ellos es el papel pintado. Hemos trabajado en proyectos muy distintos, desde viviendas contemporáneas hasta reformas de casas clásicas, y siempre encontramos una manera de que el papel pintado aporte carácter sin saturar los espacios. No se trata de cubrirlo todo, sino de elegir con criterio: dónde colocarlo, qué dibujo elegir y cómo integrarlo en el resto del diseño.
Hoy, lejos de ser algo pasado de moda, el papel pintado es una herramienta muy actual. La tecnología en impresión y materiales permite acabados de gran calidad que resisten la luz y la humedad, lo que amplía muchísimo sus posibilidades. Incorporarlo en tu casa es una manera sencilla de conseguir un cambio radical sin grandes obras, además de ofrecer un toque muy personal a cada estancia.
El éxito está en planificarlo como parte de un todo. Un buen proyecto no elige el papel pintado al azar: estudia la luz, la paleta cromática, el mobiliario y los volúmenes para que esta pieza decorativa sea un acento que dé coherencia a toda la vivienda.
Rayas finas o de ancho medio
El papel pintado de rayas sigue siendo uno de los más elegidos por su capacidad para estilizar los espacios. Las rayas finas generan sensación de altura y ligereza, mientras que las de ancho medio aportan orden visual sin abrumar. Colocarlas en una pared concreta del salón o del dormitorio es una forma de marcar presencia sin necesidad de añadir muchos más elementos decorativos.
En una casa pequeña, por ejemplo, este recurso ayuda a que la estancia parezca más alta o más ancha según la orientación de las líneas. En proyectos con techos bajos, recomiendo rayas verticales suaves, en tonos neutros; en espacios estrechos, las horizontales aportan amplitud. Son soluciones fáciles que cualquier persona puede aplicar sin necesidad de una reforma integral.
Dentro del diseño, también es interesante combinar estas rayas con paredes lisas para que no resulten excesivas. Un cabecero de cama enmarcado con un papel pintado de rayas o un recibidor que combina rayas y madera son ejemplos de cómo un recurso clásico sigue funcionando de forma actual.
Motivos botánicos delicados
Los motivos botánicos nunca pasan de moda, pero se han refinado mucho en los últimos años. Ya no hablamos de estampados muy densos o demasiado llamativos, sino de patrones delicados que transmiten calma y frescura. El papel pintado con hojas estilizadas, ramas finas o flores pequeñas funciona muy bien en salones, dormitorios e incluso baños.
En una casa, este tipo de papel crea una conexión directa con la naturaleza, algo que agradecemos en nuestro día a día. Los tonos verdes, los beiges y los grises suaves dan una sensación muy acogedora y fácil de combinar. Es una manera de traer el exterior dentro, de dar vida a una pared sin necesidad de recurrir a muchos muebles o cuadros.
En cualquier proyecto, los botánicos delicados se pueden combinar con fibras naturales, maderas claras y tejidos ligeros. Esta mezcla crea espacios de diseño relajado y atemporal, perfectos para quienes quieren que su casa tenga un toque fresco pero no excesivamente marcado.
Geométricos suaves
Los estampados geométricos han pasado de ser llamativos y rígidos a adoptar formas mucho más sutiles. Las figuras se dibujan ahora con líneas finas, curvas o difuminadas, generando movimiento sin agobiar. El papel pintado con motivos geométricos suaves es ideal para quienes buscan un toque moderno en su casa sin perder calidez.
En la actualidad, estos diseños aportan dinamismo sin ser protagonistas absolutos. Funcionan muy bien en pasillos, estudios o habitaciones de trabajo, donde aportan energía, o incluso en una pared del salón que necesite destacar. Dentro de un proyecto, este tipo de patrón puede ser el contrapunto perfecto a un mobiliario muy neutro.
Para un diseño equilibrado, recomiendo apostar por colores neutros con algún detalle en tonos más intensos. Esto permite integrar el papel pintado sin saturar el ambiente y mantiene la armonía visual de todo el espacio.
Texturas visuales
Una de las tendencias más interesantes en papel pintado es el uso de texturas visuales. No hablamos de relieves físicos, sino de diseños que imitan tejidos, fibras o acabados como el lino, el cemento o la madera. Este tipo de papel pintado transforma las paredes en superficies llenas de matices, aportando profundidad sin recargar.
En un proyecto de diseño, este recurso es perfecto para quienes quieren dar carácter a una pared sin recurrir a un color fuerte ni a un dibujo evidente. Imita acabados naturales y da la sensación de que el espacio está más trabajado, cuando en realidad es una solución rápida y limpia.
La ventaja de las texturas visuales es que combinan con prácticamente cualquier estilo. Ya sea una casa de líneas modernas o una vivienda más clásica, este papel pintado logra ese equilibrio entre sencillez y sofisticación que nunca pasa de moda. Es, en definitiva, una herramienta muy eficaz para quienes buscan una actualización discreta pero con mucho efecto.